–       ¿Quieres seguir por ahí? Seguimos trabajando. ¿De dónde lo has sacado?
–       Llevo mucho tiempo en esto, cariño.

Para muchos una de las diez mejores películas de 2010, incluido directores tan dispares como Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar, “Animal Kingdom” supone el debut como director de David Michôd.

Narra la historia de Joshua Cody, más conocido como “J”, el cual, tras morir su madre, tiene que mudarse a vivir con su abuela Janine y sus tres tíos, Andrew, Darren y Craig. La familia se sustenta a través de negocios ilegales, y al entrar a formar parte de ella, desde ese momento el chico se verá envuelto en muchos problemas a raíz del enfrentamiento entre sus tíos y las autoridades policiales.

El título no es algo elegido por casualidad, a primera vista parece raro, no suena acorde con lo que en un primer momento pensamos poder encontrar en la historia que nos van a contar, pero poco a poco empezamos a darnos cuenta de su significado. La acción tiene lugar en Australia, concretamente en Melbourne, pero en ocasiones es como si nos trasladásemos a una jungla, donde los personajes pierden toda su humanidad y pasan a ser animales, pero no simples bichos insignificantes, se convierten en depredadores que solo tienen una cosa en la cabeza: sobrevivir. Da igual lo que tengan que hacer, estamos ante animales que no dudan en acabar con sus crías si estas les hacen aminorar la marcha y convertirse en blanco fácil para otro depredador. La conversación que tiene “J” con el sargento Leckie ejemplifica muy bien el mensaje de la película:

“¿Sabes en que consiste el bosque? Son árboles enormes que llevan ahí miles de años y bichos que viven menos de un minuto. Árboles grandes y bichos enormes. Todos saben cuál es su lugar en el orden de las cosas. Todo está en su sitio. Sobrevive el que es más fuerte y todo tiene un sentido. No todo sobrevive por ser fuerte. Algunos animales débiles sobreviven porque les han protegido los fuertes por algún motivo. Quizás creas que por los círculos en los que te mueves eres uno de los fuertes. Pero eres débil. No es por nada, sino porque eres joven. Has sobrevivido porque te han protegido los fuertes”.

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Dos personajes tienen un arco de transformación bastante sorprendente, tanto, que cada nueva acción que llevan a cabo supone un punto de giro dentro de la historia. Uno de ellos es “J”, en un primer momento es un joven indeciso, miedoso, con poca iniciativa. Su actitud pasiva le convierte en un mero instrumento tanto para los espectadores, ya que nos guía en la historia haciendo de narrador, y para los personajes, porque le usan a su antojo. Cuando necesitan cualquier cosa que para ellos supondría hacer algo por debajo de sus capacidades, se lo mandan, y él sin preguntar lo hace, sin decir nada, sin que de su boca salga nada salvo una contestación afirmativa monosilábica. Pese a esto, sentimos todo lo que siente, de cara al espectador es un personaje que no muestra sus sentimientos y si lo hace es en reservadas ocasiones y esto es probablemente lo que hace, aunque pueda parecer todo lo contrario, que sepamos de mejor manera lo que piensa, lo que le pasa por la cabeza.  Es una bomba de relojería, necesita sacar y expresar todo lo que lleva dentro para intentar que no le afecte e impida hacer el resto de cosas. “J” no sabe manejar esto y finalmente todo sale por el lado más salvaje y crudo. Como hemos visto, el sargento Leckie le intenta ayudar y alejarle de todo aquello pero una vez vemos el desenlace, nos damos cuenta de que era consciente en todo momento de todo lo que pasaba y lo que acción final es premeditada y estaba perfectamente planeada.

Janine es el otro personaje al que nos referimos. Pasa de estar ajena completamente a todo, o al menos parecerlo, a tener un papel activo. Nos damos cuenta que en realidad no hacía otra cosa que manejarlo todo desde la sombra. Es absolutamente camaleónica, sabe actuar conforme a quién se enfrenta, lo mismo es una adorable madre y abuela cocinando para su familia, que una perversa mujer que chantajea y ordena asesinatos. En ocasiones, como ocurre en la conversación que tiene con el sargento Leckie cercano al desenlace, da verdadero pánico. No utiliza la violencia ni palabras soeces, tampoco alza el tono para hablar, pero no le hace falta, con un: “Que no queramos hacer algo no significa que no se pueda hacer” consigue ponerle y ponernos los pelos de punta.

El debut de David Michôd es una gran sorpresa. Posee un principio y un final increíbles.  El directo australiano es consciente de la relajación del espectador en estas partes y lo aprovecha para incluir situaciones asombrosas.

«Animal Kingdom « es la degradación y progresiva muerte de la naturaleza humana expuesta desde un punto de vista diferente, dentro de una familia contemporánea de mafiosos.

 Nota: 7.5/10