Antes de empezar a compartir sin prefijo previo y sucumbir a ese impulso invisible de volverse uno publicista de lo suyo y cotidiano, de no aportar mucho más sobre nuestra capacidad de aplaudir, cocinar y sentirse miserable convirtiendo el metro cuadrado del rellano en un gimnasio cutre e improvisado, que no dista mucho de los que rezuman óxido y que a pesar de ello la cuota es la misma que aquellos que huelen a plástico, antes de ello, el alabar ese impuesto carpe diem diario y el producir por producir, no era tan necesario.

Esa preposición ya atemporal para muchos ha resultado ser un frenazo en seco. El añorar dónde estábamos ayer y el teorizar sobre como acabaremos mañana se ha convertido en nuestro mayor pasatiempo. Lejos de añadir ni una letra más a cualquier promoción ya dicha por estudios y estudiosos o aprovechar este espacio para hacer rebajas y descuentos, no quisiera yo revolverme en el enfangado término como es confinamiento, proferido repetidamente a modo de discurso bélico. De todo ello salen mil teorías, la mayoría a causa de un claro caso de mal llevado y malentendido aburrimiento, que rozan el colapso con la frase del mes: “Después de todo este tiempo, algo habrá cambiado”

Este comprimido efervescente que se consume a modo de multivitamínico diario, se diluye fácilmente. Bien por falta de argumentos que demuestren este cambio o por convencernos a nosotros mismos de que a pesar de la letalidad del virus, este acabará por curarnos. Será el medio o el canal, pero en mi caso, se me hace raro el no pensar que esto es una excusa más de sentirnos inocentes y desquitarnos de todo aquello que de por si nos viene dado. No comparto ese televisado replanteamiento de costumbres y un reinicio social de entendimiento. Creo que a pesar de su gravedad lo veremos con distancia en un tiempo y solo quedará subrayado en negrita en el margen derecho, a modo de ¿Sabías qué?, en las nuevas ediciones de los libros de texto.

Claro que uno, en sus soledad y sin tener más linde que la de su casa, mi opinión sin oposición no vale mucho o no vale nada. Por ello, creo conveniente ceder este espacio, este foro, a aquellos que tienen la capacidad de cambiar su punto de vista y ver la vida desde diferentes ángulos. Aquellos que su trabajo es perspectiva y márgenes cóncavos, los fotógrafos. Así comienza una serie de entrevistas donde varios de ellos, cada uno fuertes en su fuera de campo, me contarán como sienten en este cambio de ritmo y su forma de verlo.

JUANMA JMSE (@JUANMA_JMSE) Y GUILLERMO ERICE (@SOAPTWO)

Con los primeros que he tenido ocasión de hablar son dos, Juanma Jmse y Guillermo Erice, archiconocidos por @juanma_jmse y @soaptwo. A modo de dupla, de tándem sincrónico, presentan un proyecto personal donde uno pone la imagen y el otro el verso. Una elegía a Madrid, la capital que se ha convertido en desierto, con sus calles inertes y sin apenas pisadas de sus cautivos madrileños. Juanma se encarga de congelar el tiempo con sus fotografías y la poesía subtitulada la pone Guillermo.

Su trabajo es una de las mejores píldoras vigorizantes y curativas para esta temporal anomalía. Una nostálgica mirada sobre las calles de la metrópoli donde pasear a distancia y, seas gato o no, casi dejar correr la lágrima. La primera pregunta es directa, que piensan ellos sobre este cambio de ritmo y de tempo. En contraste con mi juicio agorero, están de acuerdo en que estamos ante algo que cambiará totalmente a la sociedad y de una manera u otra el marcador volverá a cero. Es un momento de renovar y tratar de cambiar las cosas, en el ámbito personal, y también nos va a hacer replantearnos la manera de trabajar” dice Juanma, uniéndose a la afirmación que Guillermo plantea, siendo esta un claro reto Somos una sociedad de contacto, y ese contacto creo que se va a ver reforzado por esta situación tan adversa. Tengo curiosidad por ver qué pasa en el resto de países”.

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“Ahora, confinado en casa, me está pasando algo curioso, estoy volviendo a ver las cosas de mi alrededor que olvidaba que estaban”.

Viendo como este impasse sucede a nivel global saben que esto afectará a su forma de ver la vida, a su mirada, a su campo y su terreno. Juanma, conocido por sus instantáneas urbanas y ser parte del autóctono radar urbano siente que este intermedio es perfecto para darse a sí mismo un poco de tiempo: “Esta situación, en mi caso lo primero que he aprendido es a valorar aquello que tengo alrededor y sobre todo cada momento que vivo. Por poner un ejemplo, antes carecía de valor salir a la calle, ahora parece un tesoro y pienso que todos hemos aprendido a apreciar estas situaciones tan típicas”.

Guillermo, viviendo actualmente en Holanda coge más perspectiva desde su encierro, aprendiendo a focalizarse en aquello que le acompaña siempre, aunque esto esté a primera vista a veces uno se olvida sin quererlo: “Ahora, confinado en casa, me está pasando algo curioso, estoy volviendo a ver las cosas de mi alrededor que olvidaba que estaban”.

Siendo parte del talento audiovisual nacional y sintiendo desde su interior como el corazón cultural sigue latiendo, agradecen el ver como la rueda no se ha parado del todo y sigue girando. “Me gusta ver como el sector creativo en el cual yo me muevo, han salido iniciativas espectaculares. Tratan de entretener y llegar al corazón de todas esas personas que están en sus casas”, revela Juanma quien considera que la involucración de todos y cada uno es clave ya sea repartiendo arte, ilustrando la pandemia o simplemente entreteniendo.

Me gusta ver como el sector creativo en el cual yo me muevo, han salido iniciativas espectaculares. Tratan de entretener y llegar al corazón de todas esas personas que están en sus casas”.

Sumergiéndome más en el onirismo que ahonda su poesía les invito a sumar a su ensoñación uno más de esos sueños: Si tuviesen la libertad condicional de fotografiar en exclusiva este estado de alarma, que lugar o que momento escogerían. “Me encantaría perderme por las calles de Madrid y retratar esto que estamos viviendo. Me imagino la Gran vía paralizada. Sin sonido de sirenas ni de claxon, sin gente…” afirma sin dudar Juanma. También Guillermo recorrería la arteria principal que drena la capital, situando Callao en su epicentro: “Yo personalmente soy un enamorado de los edificios abandonados, del deterioro de lo humano, sobre todo cuando es reconquistado por la naturaleza. Ver algo tan grandioso como Madrid vacío me da como angustia y mucha inquietud.” Por algo están juntos en este proyecto.

Ellos, expertos en unir y darle forma a esos fragmentos del tiempo confirman que su última publicación ha sido creada a base de recuerdos. De anteriores experiencias y flashazos continuos repetidos al recordar el recorrer las calles del centro. Pero entre tanta reminiscencia también hay espacio para el aprendizaje y el redescubrimiento. Juanma explora otros campos que no son la fotografía, como es terreno gastronómico, mientras que Guillermo reverbera sus oídos con clásicos como Westside Gunn, Title Fight, N’to.

Dentro de este imaginario añade Guillermo a El cuento de la Criada una de las referencias más utilizadas para definir este estado en el que la sociedad parece ahogarse. La novela de Margaret Atwood, que a raíz de hacerla HBO serie, se ha vuelto tan viral como actual: “Asusta decirlo, pero las escenas y restricciones en los supermercados y la policía parando solamente por ir por la calle da la sensación de estado policial”


Esta calma nerviosa que vive todo aquel que aguarda desde casa mientras fuera solo llueve y son otras las manos que se dañan, que luchan por el resto y no dudan en jugársela, son también el mayor ejemplo para Guillermo y Juanma: Sin duda creo que toda persona que esté realizando una labor social. Gracias a ellos se está saliendo adelante y me gustaría representar cada uno de esos momentos”.
Son este tipo de miradas, las de Juanma y Guillermo, las que se nos hacen necesarias para aguantar este abril disfrazado de largo invierno. Ellos cantan a la nostalgia y a Madrid con la vista apuntando hacían un futuro muy incierto, aunque haya cambio o no, todos esperamos volver a pisar la calle mientras solo podemos contemplar la ciudad de puertas para adentro.