Esta precuela, que tan esperada era para los amantes de estos pequeños seres amarillos, nos narra el origen y la historia que preceden a las exitosas películas de Gru, mi villano favorito y su segunda parte.

El argumento gira en torno a sus tres protagonistas Kevin, Bob y Stuart que tras observar como desde hace años generaciones y generaciones de minions fracasaban buscando un amo al que servir, deciden emprender su propia aventura para buscar a Scarlett Overkill, la mayor villana del mundo.

Sus directores Kyle Balda y Pierre Cofin han sabido conciliar una película para niños añadiéndole algún plus con chascarrillo histórico incluido para los adultos. Pese a que no consigue llegar a superar a las anteriores películas, logra varios aciertos que hacen muy válida esta propuesta.

Los tres protagonistas empleados para conducirnos a través de esta aventura representa tres personalidades distintas. Por un lado tenemos a Kevin, aventurero decidido y protector de los suyos; Stuart, algo despistado, risueño, espontáneo y soñador; y Bob, el más tierno de los tres y el más pequeño. Estos tres tipos nos recuerdan a las tres pequeñas protagonistas de Gru: Margot, Edith y Agnes cada una con una personalidad muy similar a los anteriores.

Quizá uno de los contras que encontramos en esta entrega es que el humor ácido que contenían las anteriores películas se reblandece esta vez para ofrecer un producto algo más infantil, más fácil y más sencillo de “masticar” aunque no por ello deja de ser divertida y ofrecernos grandes momentos.

En esta ocasión lo que se lleva un punto de ventaja en comparación son sin duda los dobladores. En este tipo de películas de animación es muy habitual tirar de la lista de famosetes de turno sin llegar a preocuparse porque de verdad transmitan con sus voces. En esta entrega han contado con Alexandra Jiménez (en su versión original Sandra Bullock), que supera con facilidad el doblaje de Patricia Conde en Gru 2 y consigue otorgarle a su supervillana más gracia y carisma. La Banda Sonora corre a cargo de Heitor Pereira de nuevo aunque esta vez con un toque sesentero que gusta bastante y encaja a la perfección con la animación de la película.

Puede que no estemos ante la mejor obra maestra de Pixar pero es una manera bastante correcta de realizar una comedia animada con algo de originalidad que transforma su hora y media de duración en un suspiro a base de carcajadas. Sin duda recomendable para estos días de películas de verano de dudosa calidad.