Dos años de herida en forma de espera, silencio y conjeturas sobre todo lo que acontecerá en los Siete Reinos comenzaron a supurar el pasado domingo 14 de abril con el estreno de la octava y póstuma temporada de Juego de Tronos. La inacabada y abocada a la incertidumbre creación literaria de George R.R Martin, cristalizada como la efigie más venerada de la factoría HBO por David Benioff y D. B. Weiss termina este año poniendo fin a una década donde la narrativa de epopeya y reminiscencias a Tolkien volvió a vestirse de moda. Tras la emisión de sus dos primeras entregas analizamos cómo será la recta final de Juego de Tronos y su entrada al más grande de los panteones ilustres.

Cerca del final el pulso siempre se acelera y responde a estímulos diferentes. El fin llama a la prisa y a la duda, pero ello no llega a hendir muy hondo sobre el fuerte músculo de Juego de Tronos.  Tras haber gastado dos cartuchos con Invernalia” y “La Legítima Reina”  la ruleta rusa que será esta octava temporada tiene ya tan solo cuatro balas para asumir el reto más grande que una serie de ficción ha llego a exponerse. Con el eufemismo de ser una creación proyectada en la pequeña pantalla y sacudiéndose sin muchos miramientos el habernos acostumbrado a ver una superproducción semana tras semana, Juego de Tronos ha centrado todos sus esfuerzos en un único propósito: que la espera y la guerra hayan merecido la pena.

Esta última temporada con forma de epilogo bélico ha decidido no esperar a nadie y apostar por el factor sorpresa como mejor método de distracción. Tan solo con los primeros fragmentos de “Invernalia”, primer capítulo de esta octava temporada, nos desacostumbra los ojos con una renovación de su ilustre cabecera y araña la lógica sin llegar a romperla. Una intro tan mítica creada por Elastic ( “True Detective” o Westworld), apoyan las palabras de su Director Creativo, Angus Wall, que se ha sentido cómodo a la hora de tirar abajo una cabecera que permaneció más tiempo del que siempre debió durar. “We wanted a second bite at the apple, as it were, to really do all the stuff that we had initially talked about.” / Queríamos dar un segundo bocado a la manzana, por así decirlo, para hacer realmente todas las cosas de las que habíamos hablado inicialmente».

Cambios como la inscripción grabada en el astrolabio, el minuto y resultado del arrase de los Caminantes Blancos o el orden en el que se mostrarán los escenarios donde ocurrirá la acción son solo meros guiños de una actualización que parece llegar de forma bastante inoportuna. Una temporada que sin motivo aparente apuesta por el cambio y decide alterar hasta su esqueleto; solo serán seis capítulos esta vez y no diez o siete como en anteriores ocasiones y la duración de los capítulos será mayor a una hora.

Pero a más allá de tecnicismos y alejándonos del frívolo esteticismo de su cabecera, los creadores David Benioff y D. B. Weiss lo tienen claro: en la guerra todo vale. Hasta ahora, en los dos capítulos ya emitidos hemos desempolvado y sacado las fichas de la caja en esta alegórica partida de ajedrez, con muchas similitudes a la de Deep Blue vs Kasparov, pero será a partir del capítulo tercero donde las fichas empiecen a comerse unas a otras. Las blancas, siendo estas los Caminantes Blancos, marchan como si sus peones fuesen reinas y las negras, toda la purria de los siete reinos, aún les queda varios enroques que hacer antes de matar al rey.

El reencuentro de los hermanos Stark con el bucólico telón de nieve mientras Khaleeshi enerva la sangre de los pueblos norteños, Brandon Stark y su magnífica interpretación de método, donde impasible y pétreo se ha ganado a pulso ser el personaje que abra la veda de los memes esta temporada (el actor Isaac Hempstead Wright ha revelado que la magia de su mirada tan firme y enigmática es su astigmatismo. Así es, la magia del cine), la confirmación de la teoría del heredero al trono entre legados y dinastías de Snows y Targaryen o alguna que otra historia de folletín son a resumidas cuentas los highlights previos y necesarios antes de la batalla. Solo nos queda saber quién es el primer caído que se llevará la equis en todas las quinielas.

Son casi diez años desde que se estrenó por primera vez la serie y son ocho temporadas de aguardar un invierno prometido. En todo este enorme letargo, Juego de Tronos ha llegado a convertirse en la serie más indiscutible del panorama siendo capaz de reducir a todo aquel que pretenda desviar la atención de sus focos. A pesar de cargar con todos sus vaivenes de guion, muy notables en la pasada séptima temporada, la crítica sobre la deslegitimación tras la deriva de los libros producidos por Martin o la aleatoriedad en sus saltos de tiempo en los personajes y tramas, Juego de tronos ha sabido salir siempre airosa. Ha conseguido silenciar a los más cafeteros y llenar conversaciones de media tarde, poco objetivas pero muy entrañables, enarbolando que ella y solo ella es la mejor serie del de todos los tiempos.

Y no solo de televisión se vive. Rizando el paroxismo, o quizá la histeria, HBO ha confirmado junto a Columbia Records el lanzamiento del recopilatorio «For the Throne» el próximo 26 de abril. Un disco de canciones inspirada en la serie que contará con la participación artistas de talla mundial como The Weeknd & Travis Scott, A$AP Rocky & Joey Bada$$ o Rosalía.

No sabemos si a pesar de todos los intentos como el anterior lograremos llegar a la extenuación con Juego de Tronos y tampoco sabemos cuantos spoilers accidentales nos tragaremos a lo largo de los próximos meses, solo sabemos que a pesar de todo ello echaremos de menos el que será el último de todos los inviernos.