Mientras gran parte de la industria discográfica lleva años llorando sin cambiar las reglas del juego, muchos artistas han comenzado a jugar sus propias cartas mientras la partida les sonríe. En los últimos meses hemos podido ver a C. Tangana haciendo un hat-trick a la industria con tres llenos en Madrid, a Natos y Waor poniendo continuamente el cartel de «no hay entradas» y repitiendo actuación en lugares como Salamanca, o a Juancho Marqués colándose en la lista Promusicae de discos más vendidos sin más publicidad que la que le brindan sus propias redes sociales.

No hay duda de que estamos ante un cambio de modelo musical que viene liderado por un grupo de jóvenes que han irrumpido con ganas de trabajar en lo que creen y con el talento necesario para que su música se convierta en el cobijo de miles de personas.  Y si, lo están haciendo todo por sus propios medios. Sin pasar por el quirófano de una industria que les abra en canal de arriba a abajo para intentar contentarles luego dándoles un mísero punto de sutura. Estamos ante artistas 100% dedicados que cuentan con el añadido de que el público que escucha rap va creciendo. Ante un panorama así mucho tendría que cambiar la industria para ofrecer a estos artistas algo que les pudiera resultar atractivo. Las discográficas juegan ahora en campo contrario.

Su discográfica es la gente

Lejos queda aquel tiempo en el que una persona/empresa juzgaba el talento de un artista a través de un cribado en el que se daba más importancia a la potencialidad del producto que al talento del artista en cuestión. Hoy esa labor la realiza el propio público. Personas que no leen al artista en números y que, basándose en sus gustos, apoyan un crowfunding o una preventa a sabiendas de que el retorno de su inversión va a ser simplemente el propio arte.

Hablo en todo momento de nueva corriente porque es una tendencia que se está expandiendo más en los últimos tiempos, pero el modus operandi no es nada nuevo.  Uno de los ejemplos  más claros de que la independencia y el éxito pueden ir de la mano es Swan Fyahbwoy. Desde el primer día se ha mantenido fiel a sí mismo y hoy es un claro referente de cómo hacer bien las cosas: «Creo que la clave reside en hacer buena música sin pensar en el éxito. La música hay que sentirla. Hoy en día, una canción es capaz de dar la vuelta al mundo en 24 horas a través de Internet sin necesitar ningún respaldo discográfico, se ha comprobado cómo puede emerger de lo más underground y triunfar a todos los niveles. La industria es una parte del juego y cada uno decide como jugar«.

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A él la partida le ha sonreído desde el primer día y se alegra de que esté ocurriendo lo mismo con muchos otros jóvenes talentos: «Si triunfas al margen de la industria tienes mi respeto. La industria trata de inculcar un sonido, un estilo, una imagen, unas letras. Yo soy de la calle. El punk no muere. Y no hablo del sonido y la cresta, hablo de que la calle siempre ha parido los más grandes artistas y eso nunca cambiará. En la calle está el mensaje, la rabia, el dolor, el amor y la gente que a base de sufrimiento convierte todo eso en música.» Tanto ha trabajado en la música que, sin sello discográfico, algo necesario en EEUU, ha conseguido que se ponga en contacto con él uno de los sellos independientes americanos más importantes para publicar un disco allí. «La fe mueve montañas. No puedo aún contarte mucho más pero, en principio, antes de este verano tendré un trabajo publicado allí». Un buen ejemplo de que solo cuando uno ha tocado tope y aspira a expandir más su música se puede ver en la «necesidad» de abrir la puerta a una discográfica, siempre sabiendo lo que se firma.

Interesante es también la opinión de ZPU, cuya carrera comenzó al margen de las discográficas para pasar más tarde a realizar alguna co-producción con ellas y posteriormente regresar de nuevo a hacer las cosas por su propia cuenta, lo que ya dice mucho de la experiencia: “Llevo muchos años escuchando lo mismo viniendo de los mismos sellos, y como yo imagino que mucha gente. Viene a ser como la comida basura pero en formato música, y es fácil darse cuenta de qué compañías funcionan así. De ahí que muchos artistas tomemos caminos diferentes y en ese sentido nos desmarquemos de la industria convencional. Sé que en mi caso es algo propio, algo que nace de mí: ya no juego. No con sus normas ni reglas. He visto a otros artistas tener que aguantar al de turno del sello tratando de meterse en su creación, y eso es inaceptable para mí.  Por eso el mérito de los que lo intentan es muy grande, porque cuanto más desobediente seas, más difícil te lo va a poner el sistema. Y creo que de ahí nace el aprecio que el público siente hacia artistas que toman ese tipo de decisiones y que buscan otros medios para hacer llegar su música«.

No todas las discográficas beben del mismo cáliz

Pese a que el grueso del rap lo han manejado en los últimos años tanto BOA como Universal, lo cierto que es que han ido surgiendo otras discográficas independientes, casi todas ellas llevadas por artistas, que nacen y trabajan con una filosofía muy diferente a las anteriores. Un claro ejemplo de cómo hacer bien las cosas lo tenemos en Mad91, más que una empresa una familia que «está formada por artistas, lo cual hace que valoremos el esfuerzo y el trabajo que hay detrás de cada proyecto. Nosotros cuando decidimos trabajar con algún artista es porque su música nos transmite algo y nos identificamos con ella. Para nosotros ningún artista es más importante que otro e intentamos brindarles el máximo apoyo a todos, siempre dentro de nuestras posibilidades ya que somos una empresa independiente y por lo tanto pequeña. En esencia podríamos decir que no vamos a ofrecer nada que nosotros mismos no firmaríamos«.

Una filosofía alejada de la dictadura del euro y que permite a los artistas y al propio público disfrutar del arte en todo su esplendor. «La comodidad y libertad creativa es palpable en los artistas y en sus temáticas, de forma que el público, en general, puede llegar a identificarse más fácilmente con ellos«, nos comentan desde Mad91. Un tipo de discográfica que puede ser un gran apoyo para aquellos artistas que o bien no tengan la técnica o la habilidad para desenvolverse en todos los terrenos que  implica el hecho de manejar su carrera,  o que simplemente no se vean con el tiempo o la motivación necesaria  para meterse en esos berenjenales, que por cierto si personalmente no controlan bien pueden llegar a hacer mella en su trayectoria.

Otra de las nuevas discográficas que ha decidido apostar por el talento es Grimey Music, un refugio para muchos artistas que han encontrado en Grimey el mejor cobijo desde el que hacernos llegar su música. Son conscientes de que al final «si vienes de su mismo mundo los artistas te valoran y te escuchan más«, siendo esta relación de confianza y amistad la clave según ellos para no perder la sintonía y que el público te valore. A la hora de apostar por un artista en Grimey lo tienen claro: «A nosotros nos gusta la música y nos gusta la gente que experimenta, no nos gustan los talibanes que ponen reglas a la música. Es cierto que tenemos un perfil de músicos concreto. Los artistas que tenemos hacen música muy diferente pero su actitud es bastante parecida, ese es el sello de identidad de Grimey Music. Queremos mantener ese sello de identidad, no porque no nos gusten otros estilos, si no porque creemos que una discográfica tiene que ser algo más que los que apoyan y gestionan. Creemos que si la discográfica tiene una identidad marcada es mejor para todos los artistas del sello. Tenemos apuestas más arriesgadas y artistas más consolidados, pero el arte siempre juega el papel más importante, si no nos trasmite lo que hace un artista es muy difícil que contemos con él. Evidentemente el terreno económico también cuenta, no nos vamos a engañar, es mas fácil fijarte en un artista cuando tiene mas relevancia, pero lo que realmente nos gusta es apostar. Apostar por un artista nuevo y que consiga subir es una sensación muy buena.»

A la mala imagen que tienen ese tándem de discográficas más “importantes”, y que por cierto haciendo cierto menosprecio al público no se han encargado nunca de limpiar o revertir, se une el hecho de que cada vez hay menos aporte de valor real por su parte.  Como todo se lee en euros las nuevas tendencias ya no interesan al menos que estén consolidadas, es decir, que se hayan desarrollado solas o al respaldo de alguna de estas otras discográficas que mencionábamos.

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Un hecho que inquieta a artistas como ZPU: “Entiendo que el paradigma de la música ha cambiado radicalmente, pero que apenas haya sellos que (como antes hacían) firmen a un artista y se hagan cargo de todos los gastos de su disco, es decir, que apuesten realmente, me da repelús. Ahora casi todo es que el creador se lo monte y se haga él mismo todo, y si eso ya el sello le fabrica las copias y tal… Echo en falta esa apuesta real que antes había”.

Esto implica que sean las propias discográficas montadas por artistas para dar salida a sus trabajos las que más se preocupen por el arte dando cobijo a artistas con potencial que traen nuevas tendencias y a los que de primeras la industria no les quiere. No olvidemos que el propio Jay Z tuvo que montar al principio su propio sello discográfico e impresionar a todo el mundo viendo como se movía para que Priority Records se encargara de poner los medios para hacer sus proyectos más viables.

¿Son realmente libres los artistas independientes?

Creo que una buena frase para explicar esto me la dijo en su día René, vocalista de Calle 13, a lo largo de una entrevista que tuve con él. “Hay artistas que se creen independientes solo por el hecho de estar en una disquera independiente, y a veces no es así. Hay artistas que no están atados a ningún contrato que acaban siendo menos libres que los que los tienen”. No puedo estar mas de acuerdo.

Y si hablamos de la libertad de los artistas que han decidido llevar de manera personal las riendas de su carrera no podemos dejar de hacer referencia al streaming y a Youtube. Por un lado Youtube ha conseguido tener la imagen de un intermediario bonachón que aloja videos para mostrárselos al mundo en un acto de generosidad. Pero Youtube también tiene sus intereses  y los artistas, por muy “independientes” que sean, no escapan de sus dictados.

En Mad91 tienen una opinión muy clara sobre este tema: “no nos queramos engañar con estos nuevos movimientos, llamémoslos «Youtubers» independientes, ya que el mismo «Youtube» es una industria global, de la cual aún desconocemos como se reparten realmente los ingresos y quién es realmente el que se beneficia. Porque por muy independientes que seamos no podemos controlar que marca se publicita en nuestros videos y que es lo que eso significa realmente, en términos financieros.”

La realidad para muchos artistas es que ante la opción de algunas discográficas que les «obligan» a pagarse su propio videoclip para luego pedirles que lo alojen en el canal de YouTube de la discográfica en cuestión porque los derechos son suyos y vendiéndoles encima la idea de que así lo va a ver mas gente (se les olvida decir que también se llevan un dinerito…) lo normal es que muchos artistas les den de lado.

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No queda duda de que YouTube es un buen escaparate pero, ¿lo es a cualquier precio? ¿sabemos lo que realmente implica estar en YouTube? ¿Nos hace “libres”?… Lo que está claro es que, junto a la redes sociales, está dando lugar a que cambie el paradigma de promoción, de comunicación del artista. Las redes sociales y el propio YouTube son ahora el altavoz que se hace eco de las notas de prensa y de la música con una particularidad, y es que su público potencial esta ahí precisamente. Una práctica que dista de la obsesión de la industria con el hecho de que sus «productos» aparezcan en los grandes medios. Como si el criterio de periódicos nacionales que tienen todo el día a Melendi o Malú en la palestra fueran relevantes. A lo que se suma que la gente joven, que es el público potencial, no acostumbra a leer un artículo en esos medios al menos que el artista en cuestión lo comparta en sus redes sociales. Hoy, como periodista, no hace falta que me envíen notas de prensa. Tres sold outs me lo venden solo. Aunque hay que tener cuidado porque las views, la repercusión, no siempre es sinónimo de calidad.
Y no solo éso, como comentábamos anteriormente, no todos los artistas estan preparados para hacer las cosas bien. Desde Grimey Music piensan que contando con el conocimiento y el buen hacer de ciertas discográficas el artista podría verse mucho más recompensado en todos los terrenos: «Evidentemente me parece cojonuda toda esta generación de jóvenes que está triunfando y es la prueba de la democratización de la música, pero también creo que muchos están perdiendo dinero por no gestionar bien las cosas. Gestionar todas las posibilidades que puede haber (plataformas digitales, Youtube, ventas físicas, marketing, etc…) no es tan sencillo y hay que hacerlo bien para optimizar los beneficios. Aunque tu digas que lo hacen al margen de la industria, ahora mismo la industria también es eso. Youtube es industria y esta sacando unos beneficios de la hostia, por lo que no se puede decir que sea al margen de la industria. La cuestión es que la industria ha cambiado, y puedes hacerlo tu solo o tener una discográfica que te ayude a hacerlo mejor.» Lo importante ahora es saber elegir bien el camino.

El tema del streaming es caso aparte… Primero porque muchas compañías tienen sede fuera y no son realmente transparentes con el dinero que se genera. Por otro lado porque entidades como el Consejo Internacional de Creadores de Música lleva años denunciando que, de los ingresos obtenidos, a las discográficas se les paga entre el 60 y el 70% por derechos (el resto se lo embolsa la plataforma) y que mientras ellas se quedan con el 97% de ese total, al creador solo le llega el 3%. Precisamente son estas estadísticas las que han hecho a muchos alzar la voz denunciando que en este terreno el negocio de las discográficas esta en perjudicar al usuario y al artista.

Sea como fuere, la realidad es que cada vez mas artistas se están dejando la piel día a día para demostrar su valía y están encontrando el respaldo del público. Viven marcando sus reglas de juego, porque el trabajo es suyo. Asumiendo riesgos, porque quien no lo hace nunca ganará una partida. En ese camino hacia el futuro sobrevivirán los mas fuertes.