Este año comenzó con la publicación de “La corriente”, el último trabajo de Vaho, uno de los grupos más prometedores de la escena madrileña. Un viaje de sensaciones representadas en tres canciones que ilustraban a la perfección lo que Ainhoa, Vila y compañía tenían en su mente. Tras, prácticamente, un par de meses para desmenuzar el disco, era el momento de hacer ese viaje acompañados.

Una pequeña y acogedora sala en la capital sirvió para que cerca de cien personas acabasen su semana disfrutando de la música de Vaho. Todo el protagonismo era para ellos, no había teloneros que se encargasen de animar al público como solemos estar acostumbrados. Antes de comenzar, una voz recordaba el retraso español respecto a otros países con el maldito IVA que tanto complica el futuro a la cultura. Un merecido aplauso y el show comenzaba.

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Salieron ellos solos, que no son pocos. Primero, los encargados de que las voces de Vila y Ainhoa no queden en el olvido: Juanjo, Lautaro, Gonzalo y Javier, con sus respectivos instrumentos, asumieron durante toda la noche la responsabilidad de acompañar a la fantástica voz de Ainhoa y a los desgarradores versos de Vila. No hay que quitarles protagonismo, Vaho también son ellos.

Instantes después salieron las voces al escenario. Vila se frotaba las manos, quizá por costumbre, quizá por nervios. Lo cierto es que el grupo tenía un reto por delante: conseguir en poco más de una hora que el público quedase tan satisfecho como al escuchar el disco. No fue ningún problema. Se olvidaron de su juventud, también de los nervios y consiguieron que fuese la hora más corta de la semana.

 Una historia en cuatro etapas

Su concierto tenía que ser especial y, por ello, planificaron una historia para que todos los asistentes formaran parte del viaje. Bajo la narración de Vila y Ainhoa, el cuento, poco a poco, iba cogiendo forma. Cuatro etapas para mostrar la evolución del grupo en los últimos años hasta llegar a “La corriente”.

En su último trabajo, brillan las ojeras, la tristeza y los discutimos más de lo que hablamos, pero, en esta ocasión, había que retroceder un poco más porque para que haya desamor tuvo que haber amor. La primera etapa es la más ingenua, es aquella en la que solo quieres disfrutar. Turno para rescatar canciones de “Nexo” y otorgar el protagonismo a “17.18”, “Marionetas” o “DZ”. Nunca más se separaron porque ya eran uno. Las siguientes etapas dirían lo contrario.

En el siguiente paso te encuentras en ese momento en el que todo va genial hasta que te das cuenta de que ya no puede ir a más. Es la más complicada, es la situación en la que te mentalizas de que la relación tiene que romperse. Y, evidentemente, se acaba muriendo esa unión. Las primeras corrientes sonaban en Madrid para representar este ciclo. “La corriente púrpura” acompañada de “Huracanes” para llegar al punto de no retorno a consecuencia de “La corriente añil”.

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Llegó el final. Mi sensación favorita. En él te das cuenta de que el pasado no importa. Son como aquellas fotos antiguas que están ahí, pero no tienen importancia en tu día a día. “La corriente Jade” es superación, es dar un portazo a lo malo y centrarse en lo bueno. Con esta canción, dieron por concluido el espectáculo, pero todos los allí presentes sabíamos que Vaho no se podía ir sin que “La lengua del ciego” fuese la encargada de finiquitar la velada.

En definitiva, se les quedó pequeño. Todo lo que tienen a su alrededor se les queda pequeño. La increíble voz de Ainhoa debería llenar salas, pero si está acompañada de Vila aún más. La chica pone la fuerza y consigue sacar una sonrisa a cualquiera, pero el chico es capaz de describir a la perfección con sus letras los sentimientos que quiere mostrar. Un concierto perfecto y a la altura de las expectativas. Esperemos que la próxima etapa sea la de la consolidación de Vaho para que aún más gente pueda disfrutar de su música. Ellos jamás deberían separarse porque ya son uno.